Emotivo partido de homenaje a Antonio Cuenca en Villa del Río
Lo de menos era el resultado del partido. El objetivo era otro bien distinto. Se trataba de recordar a un joven deportista villarrense, que como otros tantos, se dejaba la vida de manera inesperada en la carretera. Un accidente de tráfico el 8 de Diciembre de 2006, sesgaba de raiz las ilusiones y esperanzas de Antonio Jesús Cuenca Matías, un chaval de tan solo 19 años que tras pasar por todas las categorías inferiores del Villa del Río C.F. se estrenaba en el equipo senior de Regional Preferente. Sus cualidades humanas y balompédicas calaron hondo en el vestuario villarrense y de ahí que pese al tiempo transcurrido sus compañeros se resistan a olvidarlo.
Y que mejor manera que acordarse de él, que jugando al fútbol. Aquel deporte que tanto le apasionaba y por el que luchó contracorriente. Quizás porque desde muy pequeño por su físico, alto pero demasiado delgado, todos sus entrenadores a priori no confiaban mucho en sus cualidades. Pero su ilusión, su trabajo y un orgullo a prueba de bombas les obligaba a retractarse sobre la marcha. De ahí que en su debut con el primer equipo pasara de ser el teórico tercer portero de la plantilla a disputar cinco partidos oficiales antes de su inesperado fallecimiento.
Quizás por ese amor propio y esa rebeldía deportiva su efímero paso dejó huella. Tanto sus amigos del Villa del Río como los integrantes del combinado jienense le rindieron tributo superando la tarde tan desapacible que se presentó. Fría y con una lluvia que helaba hasta los pensamientos. Se nos quedan cortos todos los elogios que podamos dar ante la respuesta dada por los jugadores jienenses. Y es que cerca de una veintena de ellos respondieron al ofrecimiento realizado y lo hicieron de manera altruista y desinteresada, demostrando que en el mundo del fútbol existe más humanidad y compañerismo de lo que a veces esta práctica deportiva pueda demostrar.
Y que mejor manera que acordarse de él, que jugando al fútbol. Aquel deporte que tanto le apasionaba y por el que luchó contracorriente. Quizás porque desde muy pequeño por su físico, alto pero demasiado delgado, todos sus entrenadores a priori no confiaban mucho en sus cualidades. Pero su ilusión, su trabajo y un orgullo a prueba de bombas les obligaba a retractarse sobre la marcha. De ahí que en su debut con el primer equipo pasara de ser el teórico tercer portero de la plantilla a disputar cinco partidos oficiales antes de su inesperado fallecimiento.
Quizás por ese amor propio y esa rebeldía deportiva su efímero paso dejó huella. Tanto sus amigos del Villa del Río como los integrantes del combinado jienense le rindieron tributo superando la tarde tan desapacible que se presentó. Fría y con una lluvia que helaba hasta los pensamientos. Se nos quedan cortos todos los elogios que podamos dar ante la respuesta dada por los jugadores jienenses. Y es que cerca de una veintena de ellos respondieron al ofrecimiento realizado y lo hicieron de manera altruista y desinteresada, demostrando que en el mundo del fútbol existe más humanidad y compañerismo de lo que a veces esta práctica deportiva pueda demostrar.
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